lunes, 5 de noviembre de 2012

EL ROMANCERO

Además de los romances que tienes en tu libro de texto, te dejamos en esta entrada otros ejemplos. Alguno de ellos, como el de "Las tres cautivas" no es propiamente un romance, sino un romancillo (6 sílabas métricas) pero es interesante para ilustrar la temática variopinta de estas composiciones. Y a continuación "El enamorado y la muerte" en vídeo y varias versiones de "La doncella guerrera"; en una de ellas, verás cómo a veces en lugar de copiarse en versos octosílabos (que es la métrica que ha perdurado), se copiaban en versos de 16 sílabas con una pausa central, con lo cual se convertían en monorrimos.




ROMANCE DE LA DONCELLA GUERRERA (VERSIÓN I)
Pregonadas son las guerras   de Francia para Aragón,
¡Cómo las haré yo, triste,   viejo y cano, pecador!
¡No reventaras, condesa,   por medio del corazón,
que me diste siete hijas,   y entre ellas ningún varón!
Allí habló la más chiquita,   en razones la mayor:
—No maldigáis a mi madre,   que a la guerra me iré yo;
me daréis las vuestras armas,   vuestro caballo trotón.
—Conoceránte en los pechos,   que asoman bajo el jubón.
—Yo los apretaré, padre,   al par de mi corazón.
—Tienes las manos muy blancas,   hija no son de varón.
—Yo les quitaré los guantes   para que las queme el sol.
—Conocerante en los ojos,   que otros más lindos no son.
—Yo los revolveré, padre,   como si fuera un traidor.
Al despedirse de todos,   se le olvida lo mejor:
—¿Cómo me he de llamar, padre?   —Don Martín el de Aragón.
—Y para entrar en las cortes,   padre ¿cómo diré yo?
—Bésoos la mano, buen rey,   las cortes las guarde Dios.
Dos años anduvo en guerra   y nadie la conoció
si no fue el hijo del rey   que en sus ojos se prendó.
—Herido vengo, mi madre,   de amores me muero yo;
los ojos de Don Martín   son de mujer, de hombre no.
—Convídalo tú, mi hijo,   a las tiendas a feriar,
si Don Martín es mujer,   las galas ha de mirar.
Don Martín como discreto,   a mirar las armas va:
—¡Qué rico puñal es éste,   para con moros pelear!
—Herido vengo, mi madre,   amores me han de matar,
los ojos de Don Martín   roban el alma al mirar.
—Llevarasla tú, hijo mío,   a la huerta a solazar;
si Don Martín es mujer,   a los almendros irá.
Don Martín deja las flores,   un vara va a cortar:
—¡Oh, qué varita de fresno   para el caballo arrear!
—Hijo, arrójale al regazo   tus anillas al jugar:
si Don Martín es varón,   las rodillas juntará;
pero si las separase,   por mujer se mostrará.
Don Martín muy avisado   hubiéralas de juntar.
—Herido vengo, mi madre,   amores me han de matar;
los ojos de Don Martín   nunca los puedo olvidar.
—Convídalo tú, mi hijo,   en los baños a nadar.
Todos se están desnudando;   Don Martín muy triste está:
—Cartas me fueron venidas,   cartas de grande pesar,
que se halla el Conde mi padre   enfermo para finar.
Licencia le pido al rey   para irle a visitar.
—Don Martín, esa licencia   no te la quiero estorbar.
Ensilla el caballo blanco,   de un salto en él va a montar;
por unas vegas arriba   corre como un gavilán:
—Adiós, adiós, el buen rey,   y tu palacio real;
que dos años te sirvió   una doncella leal!.
Óyela el hijo del rey,   trás ella va a cabalgar.
—Corre, corre, hijo del rey   que no me habrás de alcanzar
hasta en casa de mi padre   si quieres irme a buscar.
Campanitas de mi iglesia,   ya os oigo repicar;
puentecito, puentecito   del río de mi lugar,
una vez te pasé virgen,   virgen te vuelvo a pasar.
Abra las puertas, mi padre,   ábralas de par en par.
Madre, sáqueme la rueca   que traigo ganas de hilar,
que las armas y el caballo   bien los supe manejar.
Tras ella el hijo del rey   a la puerta fue a llamar.

ROMANCE DE LA DONCELLA GUERRERA (VERSIÓN II)
En sevilla un sevillano 
siete hijas le dió Dios;
todas siete fueron hembras 
y ninguno fuE varón.
A la más chiquita de ellas 
le llevó la inclinación
de ir a servir a la guerra 
vestidita de varón.
Al montar en el caballo 
la espada se le cayó,
por decir maldita sea, 
dijo: Maldita sea yo.
El rey que lo estaba oyendo 
de amores se cautivó:
- Madre, los ojos de Marcos 
son de hembra no de varón.
- Convídala tú, hijo mío, 
a los ríos a nadar
que si ella fuese hembra 
no se querrá desnudar.
Toditos los caballeros 
se empiezan a desnudar.
y el caballero Don Marcos 
se ha retirado a llorar.
- ¿Porqué llora usted Don Marcos? 
- Porque debo de llorar,
por Un falso testimonio 
que me quieren levantar.
- No llores alma querida, 
no llores mi corazón
que eso que tú tanto sientes 
eso lo deseo yo.


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